
Uno de los mantras más difundidos en el marketing online es que debes personalizar tus emails.
Me refiero a cuando tienes una lista de suscriptores a los que les envías emails de forma periódica y te dicen que empieces tus emails con algo como:
«Hola, Juanito, que tal tu fin de semana…»
La idea detrás de esa práctica es que el usuario sienta más cercanía y confianza hacia ti.
Casi como si te conocieran de muchos años y salieran juntos a echar unas cervezas los fines de semana.
El concepto viene del libro de Dale Carnegie, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas.
Un libro que, en mi opinión no solicitada, es una joya de las ventas y la persuasión.
En una de las reglas, Carnegie menciona que para toda persona, no hay sonido más dulce e importante que el de su nombre, y esto aplica en cualquier idioma.
Esto tiene mucho de cierto. De hecho, en muchos cursos de ventas te enseñan eso. Pero el contextos en los emails es muy diferente.
Y debido a ese contexto tan diferente es que personalizar los emails, en la mayoría de los casos, no funciona e incluso puedes estar perdiendo ventas llevando a cabo esta práctica.
¿Por qué?
Es sencillo.
No voy a negar que ver mi nombre el asunto de un email llama mi atención. Pero rápido me doy cuenta de que no es para mi, y seguro que tu también te das cuenta.
No solo eso, sino que en el momento en que me doy cuenta que no es para mí, me crea un rechazo.
Y si tu suscriptor no se da cuenta de esto, entonces es casi seguro que no es tu cliente potencial.
A menos que vayas por ahí buscando despistados que no saben en que gastarse el poco o mucho dinero que tienen.
La mayoría de la gente que se suscribe a una newsletter o una lista de emails, ya sabe que no son los únicos en recibir dichos emails, sabe que más personas están suscritas.
Poner su nombre en un email no va a hacer que sientan más cercanía ni que te vean como su mejor amigo.
Claro, en el caso de los emails de prospección la cosa es diferente.
Pero aquí te hablo de emails de una newsletter que reciben cientos o miles de personas.
Pero continuemos.
También están esas preguntas raras que van junto con tu nombre.
«¿Qué tal tu fin de semana?»
Osea, ¿en serio?
¿Por qué alguien que no conozco, una persona que tiene una newsletter a la que me acabo de suscribir me va a enviar un email preguntándome cómo me fue el fin de semana?
¿De verdad me cree tan tonto como para piense que se preocupa por mí o que le importa como estuvo mi fin de semana?
Es como esos vendedores que son exageradamente amables y te dicen que por ser tu, porque le caes bien te hará un descuento.
¿Acaso no te genera rechazo? ¿No huele desesperadamente a ventas?
Y bueno, no podemos olvidarnos cuando alguien se suscribe con su nombre completo u otro nombre y lo mal que quedan los emails así.
En una de las listas en la que estaba, un día me llegó un email que empezaba así:
«En caso de que no te hayas enterado, ALEJANDRO RIVAS VAZQUEZ…»
Me sentí como en telenovela mexicana.
De esas en las que la protagonista que está muy enojada, le dice al guapo y musculoso protagonista:
«Francisco Fernando Alonso De la Garza, …»
Y claro, toda la cercanía que supuestamente debía generar, se quedó solo en un email basura más.
La última razón para no personalizar tus emails es cuando la automatización falla.
Que es más frecuente de lo que puedes pensar.
Me refiero a cuando te llega un email que dice:
«Hola %FIRST_NAME%»
Hace unos meses trabajé con una persona que durante varios días tuvo este problema.
Por alguna razón, la herramienta de email marketing había fallado y no mostraba correctamente el nombre.
Lo que ocasionó que las tasas de apertura y clicks disminuyeran bastante.
Personalizar los emails en una newsletter es solo uno de los muchos errores que la gente comete con sus campañas de email marketing.
Incluso emprendedores de mucho éxito, con miles o millones de seguidores.
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